“En un verdadero y genuino abrazo, podemos encontrar o fortalecer nuestro sendero”. Saber y reconocer que la vida es maravillosa y que en medio de las vicisitudes; solo debemos ocuparnos de vivirla con intensidad. Hoy, caminamos con tanta prisa y deseo de llegar, que olvidamos o se nos hace difícil conectar con los demás, a través de un cálido abrazo y con la pasión de sentirnos vivos el uno al otro.
El abrazo, para muchos es un simple saludo, para otros, está reservado para personas especiales. Independientemente de las opiniones, es un pequeño gesto, pero grande en lo que recibimos o damos. Cuando nos sentimos entrelazados con un “apretón” auténtico, es como un encuentro con la belleza de la naturaleza; transmitimos afecto hacia los demás; incluso, podemos sanar heridas ocultas, es disfrutar de un “espacio” de atención, amor propio y empatía.
Según el Centro de Psicología de Madrid, “cuando nos abrazamos por unos segundos, podemos hallar: liberación de estrés, una mejor autoestima, disminución del dolor y la tristeza; además, nos ayuda a superar momentos difíciles”. Tener este hábito como un estilo de vida, favorece en un equilibrio físico y mental; es decir, vivir en bienestar.
Este detalle, muchas veces, lo vemos tan insignificante, sin embargo, puede marcar un antes y un después. “Cuando abrazamos, activamos las emociones de confianza, amor, felicidad y seguridad; este intercambio de energía nos permite sentirnos en armonía con nuestra paz interior”, así se expresó Yudelka Correa, especialista de la conducta, quien tiene una vasta experiencia transformando vidas y sirviendo desde el corazón.
Tal vez, caminamos con nuestra propia medicina; abracemos la vida, sin miedo, dejándonos llevar del amor y de lo bueno que podamos dar y recibir. Conectemos con la emoción de sentirnos vivos y permitir que los demás perciban la luz que llevamos dentro, pero que debemos exteriorizarla.
Hoy, “te invito a abrazarte y a abrazar intensamente, que nuestros brazos sirvan de amparo, de conexión y de regocijo para levantarnos, reforzarnos o mantenernos en la estación de la felicidad”.
Oscar Fhernando
Comunicador social
Santiago, República Dominicana